domingo, 30 de junio de 2013

En mi vuelta al mundo (B POV)


Debido a las múltiples solicitudes para que le dé continuidad a la historia voy a tratar de complacerlos con unos pocos capítulos. Les digo desde ya que no serán muchos.

Los personajes pertenecen a The Twilight Saga (E. Meyer), yo los tomo prestados para compartir algunas letras de mi voz interior con ustedes.


Capítulo 2

Bella POV

Mi día desde que recuerdo, da inicio horas antes de la salida del sol. Soy hija del sol y mi alma requiere ser purificada para recibir lo que mi padre el sol tiene para mí cada día.

Vivo en una hermosa isla, pequeña sí, pero la madre tierra nos suple. Siempre nos suple. En mi mente mi padre el sol y la madre tierra me guían para que pueda dirigir a mi pueblo. En esta isla existen unas cuantas decenas de personas, muchos de ellos niños y ancianos. La tribu de mi gente son bravos guerreros. Valientes hombres y mujeres que luchan cada hora del día por brindar seguridad y estabilidad a sus vidas y a los suyos. Todos dependen de mí. De que yo logre mantener el equilibrio entre el mundo espiritual y el mundo físico.

Mi gente me ve como una persona sabia. Para la tribu soy algo así como un médico, porque soy guiada para sanar; soy considerada como una consejera, porque los cielos me cuentan de los cambios que harán, me cuentan cuándo inician las fuertes lluvias y cuándo faltarán. Todos parecieran depender de mí. Los cultivos son sembrados y cultivados cuando sé que es el momento. Los hombres salen de caza cuando la madre tierra me dice que les es permitido y ese día la suerte les sonríe. Al principio en los comienzos de mi vida yo les advertía y no me escuchaban porque era muy niña, pero siempre era lo mismo. Mi pueblo fue aprendiendo que los espíritus me hablaban y si queríamos tener paz, salud, alimento y refugio yo podía ayudar. 

Soy joven en comparación con muchos, pero mi espíritu no lo es. Conozco el pasado y el futuro. El presente depende de lo que yo quiera. Alguna que otra vez trataba de jugar con el presente, revelándome ante el conocimiento de los acontecimientos, nunca sufrí. Soy hija del sol y la madre tierra es generosa, pero mi pueblo vivió desventura: luchas con otras tribus por los territorios de caza y pesca, robaron niños y mujeres. Fueron periodos de mucho dolor. He Llegado a la conclusión que debía ser fiel y obedecer por el bien de mi gente y de los que me importan. Desde entonces las cosas prosperan: las mujeres se embarazan más y dan a luz niños sanos, ya no hay abortos ni muertes de infantes; los hombres y mujeres viven sanos por largas vidas.

Mi pueblo es un pueblo sabio que respeta la tierra y todo lo que ella es y representa, vivimos felices y no tenemos carencias. Hombres y mujeres trabajan juntos por el bienestar de la tribu. Siempre hay solución antes de la situación. La providencia es prometida y suministrada antes de una necesidad. Los mares y los bosques se coordinan nuestro sustento. Los peces se dan en abundancia cuando los bosques necesitan reposar y viceversa. Cuando la madre tierra nos pide que no salgamos, ese día no podemos salir y siempre hay una buena razón. Aprendí a curar los males del cuerpo y del alma en la gente, no pasamos hambres, trabajos o necesidades.

Pero hace siete años algo cambió en mí, me duele el alma y de mí fluye la necesidad de huir al horizonte hacia algún lugar donde necesito estar, pero no me puedo ir, ¿qué sería de mi pueblo? Ellos dependen de mí. No sé qué es, pero sé que allá afuera hay algo fuerte que me llama. Por las tardes me retiro a la cara noroeste de la isla y contemplo las aguas adentro buscando respuestas y no las hallo. El sol me sigue calentando el alma y me abriga, los vientos me traen mensajes de tristeza y lágrimas… Allá afuera hay alguien que está sufriendo y necesita de mí, lo sé, siento el dolor y la turbación. Es por eso que me pongo sobre mis pies más temprano que de costumbre buscando respuestas orando por ellas y busco el refugio del sueño a altas horas. Trabajo duro por mi bien y el de mi pueblo, esto no me deja ser feliz y es que cada vez es más difícil, puedo sentir que algo me consume, es como si mi fuerza se escapara de mi vida. Las horas duelen sangre y mi mente sufre fatiga.

En los últimos tiempos lo he llamado con fuerza, si yo no puedo salir sea lo que sea tiene que venir a mí. He enviado paz y salud a través de mi espíritu al suyo y desde que descubrí que se puede, logro estar mejor. Sé que ese alguien recibe mi ayuda. En ocasiones es casi como que lo puedo ver, pero su imagen se desvanece. Tengo un cuerpo pequeño y joven, pero de espíritu fuerte, sé que lograré convencer a ese alguien desde aquí. Tal vez pueda sanar su alma sin necesidad de que venga, no sé, pero trabajo duro por tener la fuerza y paz para ambos. Muy temprano por las mañanas y muy tarde por las noches es más fácil para mí, imagino que ese alguien no lucha o duerme. Así que no me importa dormir menos si con ello logro su bien y el mío. Yo soy hija del sol y la madre tierra cuida de mí y provee para que yo sea fuerte y sana.

En todo el tiempo que llevo en la isla he buscado respuestas. La gente no recuerda quién soy o cómo llegué aquí. He conversado con los más viejos y nadie sabe. No tengo un padre, una madre o hermanos como los demás… Y aunque no sé quién soy o de dónde soy, tengo un padre y una madre que me dan todo lo que necesito para mí y me alcanza para dar a los demás, eso me hace sentir que soy de algún lugar. Puedo servir a esta gente que es mi pueblo, mi familia. Yo cuido de ellos y ellos de mí, hasta que pase lo que tiene que pasar.

Hace unas noches los sueños me hablaron. Me mostraron que las cosas cambiarán y cambiarán mucho, no solo para mi pueblo sino para mí. Un ave vendrá por mí y de alguna manera sé que ese alguien vendrá. Esta gente es generosa y darán la bienvenida, pero yo sufro porque sé que los caminos cambiarán. Es una certeza que crece en mí. Ya no duermo en paz porque necesito respuestas y es como si nunca hubiese sido capaz de ver o entender. Me siento normal, soy normal en todo hasta que busco respuestas en esa dirección. No entiendo qué hay allá, qué es lo que los espíritus me ocultan si no tengo miedo y siempre me han hablado.

Esta mañana desperté y el sol se levantó primero que yo. Nunca había pasado algo así. Al levantarme sentí la necesidad de preparar mi cuerpo como si fuera día de fiesta sin serlo. Las aves trinan más y el viento está feliz, a media mañana las aguas del noroeste me llamaron y fui. Encontré que las aguas estaban bravas y el color estaba más intenso, como si se tratara de un animal en selo. Hay música en el aire y el sol está más confortable. Hay un no sé qué en el aire y yo visto acorde con ello. He paseado por horas entre los árboles y la arena. Como hace mucho que no sucede los espíritus me han hablado. Han traído mensaje a mí reconfortando todo y dando equilibrio a mi ser. Como hace mucho tiempo me siento plena y llena de energía. En definitiva algo está por pasar. Me siento libre y mi mente a viajado mucho más allá de cuanto hubiera podido pensar. Decidí sentarme al pie de un árbol y soñé.

Cuando mis párpados se cerraron mi espíritu viajó fuera muy lejos, tan lejos como jamás lo había experimentado. Viajé con prisa y encontré un pequeño avión, los conocía porque muchas veces los vi en mis sueños. Solía ver sufrimiento y dolor cuando soñaba. En esos momentos podía ver cómo se precipitaban y eran engullidos por las aguas. Extrañamente quedaba algún indicio de lo que pasaba, pero sabía que no por casualidad estaba allí. Contemplo al único ocupante. Me quedé absorta al ver que era él. En ese hombre encontré la fuerza que me halaba. En mi espíritu sentí cómo ese hombre me llamaba con fuerza. Pude sentir su dolor, su pena. Se sentía vacío y roto. Sentí que fuera lo que fuera estaba dispuesto a pasar, no podía permitirme perderlo.

En algún momento cuando lo estaba contemplando desde la distancia a través del espíritu, fui testigo de que todo estaba empezando, no quedaba tiempo. Mi espíritu se convulsionó al ver cómo ese hombre de hermoso parecer sufría por recuperar el control del aparato. Mi experiencia decía que no era posible; pero, ¿por qué lo sentía? ¿Por qué me llamaba? Debía hacer algo. Me sentía impotente, no podría soportar ver cómo se perdía este hombre. En el momento que lo vi supe que lo quería para mí. Sentí el frío de la muerte acercarse por él y le ordené que se fuera. Llamé con fuerza a mi padre el sol y reclamé a este hombre para mí. Y me fue concedido.

De espíritu a espíritu, guié al hermoso hombre para que pusiera su mirada en la isla donde vivo y la vio, en ese momento recuperó los controles del avión y le ordené a los vientos que lo llevaran a mí y así fue. El viento empujó y lo llevó a mí. Contemplé un breve instante su hermosura y regresé en busca de mi cuerpo, debía prepararme para el encuentro.

Desperté y esperé.

Escuché cómo la máquina volaba sobre los árboles haciendo círculos durante unos momentos y aterrizó. No lo perdí de vista en ningún momento. A tan corta distancia era sencillo sintonizarme con él y más cuando ya lo conocía. Era el ser más hermoso que jamás haya visto, tenía una dulzura y una fuerza arrolladora. Este hombre era un guerrero fiero y eso me hacía hervir la sangre. En él había un magnetismo avasallador y vibraba como la fuerza de un tornado. Brillaba como las estrellas y su luz era calor para mi espíritu. Era cuanto podía desear y más.

Lo vi asegurar la nave y luego caminar descalzo en la arena en dirección a mí. Lo escuché reír a carcajadas y mi cuerpo experimentó calores recorriéndome de cabeza a los pies. Mis ojos eran como si tuviesen vida propia, no tenía control sobre ellos que lo buscaban con ímpetu y recorrían su figura de manera ardiente a cada paso que éste daba. Olvidé cómo respirar cuando lo vi detenerse, cerrar los ojos y disfrutar de la brisa marina que le daba la bienvenida, incluso las olas reventaban en sus pies con añoranza, reclamando lo que debió ser siempre de aquí, de estas tierras, de mí.

Si el mar y el viento lo reconocen, ¿cómo no reconocerlo yo? ¿Cómo dudar? Si no hay razón para ello. Él es mío, siempre lo ha sido. Él me llamaba y yo lo escuchaba y estaba al tanto de él. Ahora comprendo tantas cosas. Ahora todo tiene sentido. Pero, ¿cuánto se quedará? ¿Estará dispuesto a quedarse por mí? ¿O estaría yo acaso dispuesta a dejar todo por él? ¿Qué sería de mi pueblo o de mí si él se va o yo me voy?

Me he quedado aturdida y él… él está aquí. Me ha visto, me pregunto si me reconoce como yo a él. No puedo creer que nos tengamos uno al frente del otro y… ¿cómo es posible que puedo escuchar lo que piensa? Lo que siente vibra en mí. El latir de su corazón me está confirmando que le agrada lo que ve, que me encuentra atractiva y desea tanto tocarme como yo a él. ¿Pero cómo? Jamás he experimentado nada igual con otra persona. Es algún tipo de telepatía o algo parecido. Ese fluir de pensamientos y sensaciones están conectadas como en una red que me envuelve. Su espíritu es puro y la energía en forma de colores que fluye de él ha empezado a cambiar al igual que su intensidad. Se ha quedado detenido, ¿será acaso que me siente de alguna manera como yo a él? No. En sus pensamientos hay confusión. Decido que no tiene sentido retardar lo que no tiene que ser retrasado, así que me acerco a él. No le temo a él en absoluto, pero sí a su incertidumbre, a esa marea de indecisión, a esa gama de sentimientos que desgasta si no se detiene con prisa.

Me detengo delante de él, puedo sentir el calor que irradia su piel y su esencia me envuelve, se filtra en mis entrañas y se conecta fuertemente con mi ser interior. Hay algo tan intenso y familiar en él. Las noches de sueños y desvelos de 7 años se deslizan ante mí con desesperación, 7 años de buscar delante de mis ojos respuesta y todo fluye con sentido con él frente a mí.

Mis recuerdos se entrelazan con la agonía que escapa de su cuerpo, como si fueran parte de un todo. Las preguntas que me perturbaron ya no tienen fundamento porque cada cosa está en su lugar; ya no hay abismos oscuros reclamando mis fuerzas, su dolor y tristeza se han evaporado también. ¿Cómo puedo dudar? ¿Cómo? Si el aire se respira mejor, si los colores parecen más vivos; si el mar, el sol y el viento lo purifican como a mí.

Su mirada penetra y camina en mi alma, y ella… ella se apacigua y reconforta con su tacto.

Su piel me llama, y toda yo lo reclama.

Las palabras no hacen falta, pero esto necesita ser; el reclamo espiritual y físico debe sellarse con los labios, y de alguna manera mi interior entraba en ebullición, agitando y reclamando nuestras almas y un sacrificio de sangre.

Y de pronto lo supe, y todo se puso en movimiento. Nunca había sido más consciente de una verdad. Me sentí como si hubiese estado, de alguna manera, invernando como lo hacen las crisálidas y en este momento era como si recién saliera del capullo y viera mis alas.

Estaba contemplando mi propia transformación a través de sus ojos y en él debía estar pasando algo similar. Sería un efecto sin retorno.

No sé de dónde me llegó la certeza, pero el tenerlo aquí y ahora ha sido el detonante. Solo faltaba algo por hacer y lo hice sin dejar de mirar su alma, y con la convicción de que ahora iniciaba realmente mi vida. Lo que me hizo sonreír y decir:

—Sí, soy tuya.

.:.


Este es un anticipo, dedicado a todas las que se preguntaban por ella, ahora empiecen a atar cabos. Espero sus teorías.